martes, 7 de mayo de 2024

Mujeres que conocí

 

Parte de la familia de Marielos, 4 de mayo del 2024


Un día en que deseo rendir homenaje a las mujeres que me han acompañado parte del camino y que hoy no están físicamente, pero cuya memoria permanece en sus hijos y en sus obras.
Pepita y Cecilia, mis entrañables amigas de universidad intelectuales cultas y sabias que dejaron sus enseñanzas en la universidad y en las instituciones en donde colaboraron. Ellas querían cambiar la sociedad en que nos tocó vivir y con ese fin estudiaron y dieron su mejor esfuerzo. Recuerdo nuestras largas tertulias y discusiones que sostuvimos por muchos años, siempre alrededor de una rica comida y una copa de vino, o en la hermosa cabaña que Pepita tenía en la montaña. 
Locha y Maru, mis hermanas queridas de guadalupe, de nuestra juventud, de novios, esposos y familia. Trabajadoras, luchadoras con corazones de león, listas para hacer lo imposible por el bienestar de sus familias. Enamoradas de la vida, de los coros y la música, compañeras de tertulias y tejidos cuando los hijos eran pequeños. Continúan acompañándome a través de sus hijas e hijos: Grace, Arnoldo, Alberto, Rocío, Anabel, Peque, Luiso. Las historias de ellos se incorporan ahora en el trayecto de vida que me queda.

Vilma, Ma. Amalia, Flory, Matilde, Cecilia Ureña: mis querida amigas del Colegio que se han ido y nos recuerdan el valor que el Colegio ha tenido en la formación de mujeres costarricenses, las luchas por conseguir igualdad de derechos, por ser auténticas, por escribir, manejar las leyes, la medicina, dirigir hospitales, juzgados, o buscar en la ciencia nuevos caminos para el conocimiento. Mis respetos a ellas que nos marcaron el camino de un país mejor, menos ignorante, más capacitado para salir de la pobreza.

Marielos también es del Colegio, pero es especial porque a los 16 años salió del cole para casarse y a partir de ahí tuvo 13 hijos. Hoy a casi un año de su partida, su hijo, Luis, me comenta con pesar que a ella le gustaba tocar piano y leer pero solo tuvo tiempo para criar a sus 13 hijos. Es el ejemplo de madre, abuela y bisabuela, con 45 nietos y 35 bisnietos. Qué cosecha! A ella hay que recordarla cada día, con su sonrisa buena y su generosidad sin límites. Cuando nos juntamos, con yernos, nueras y demás, hay que hacerlo en los salones de algún hotel. Y uno piensa en todas las relaciones que se establecieron en esa vida fértil y total y en todas las vidas que tocó. La foto de inicio muestra a parte de su prole a un año de su partida.

Vane era la amiga bruja de Cartago, ella se hacía llamar así por el recuerdo de mujeres cuya sabiduría y su capacidad de sanar no fueron comprendidas. Ella permanece en sus hijos, Aymará y Lautaro, y en sus nietos. Veo que Sol ya cumplió 15! Qué maravilla! La tenemos en su arte, en las canciones que compartíamos con las platis y con la guitarra de Rocío Garro, en todas las tardes de café y cuentos que pasamos juntas. 

Zaida y Lupe, mi hermana del alma y su amiga, la cantante que se paraba a cantar frente a un auditorio enorme y desaparecían sus preocupaciones y dolores físicos para convertirse en una artista que llenaba de luz y emoción a cuantos la escuchábamos. Con ellas recorrí un camino largo por el mundo: España, Italia, Marruecos, México y tantos sitios más. Con ella pasé unos hermosos años en Wáshington, disfrutando de lo mejor que esa incomparable ciudad podía ofrecernos. Ellas no eran sólo dos, eran todo un grupo que las acompañaba, formado por gentes de todos los países, edades, credos o razas. Necesito un libro completo para hablar de Zaida, una mujer con un corazón como un potrero. Nadie me ha querido como ella y la extraño,

No puedo terminar sin mencionar a mamá y a Mayita, una se nos fue hace rato y la otra apenas ayer. Mujeres que debieron cumplir con el destino de su grupo y de su tiempo y que lo hicieron tranquilamente, sin aspavientos, acompañando y compartiendo lo poco que tenían con cualquiera que se les acercaba. A ellas mi gratitud y cariño.