Alan Levinovitz[1] se refiere a unos estudiantes que
impiden a una compañera musulmana expresar sus opiniones. Nos sugiere en este
artículo otra
posible respuesta, entonces, es “enseñar que
hay múltiples perspectivas religiosas, que no son todas igualmente válidas y
que merecen respeto.
Si
esto suena loco o extremo, comience por pensar en términos de afirmaciones
históricas: hay múltiples perspectivas sobre la edad de la tierra que no son
igualmente válidas y que merecen respeto.
O
tal vez piense en términos de ética: existen múltiples perspectivas sobre el
abuso infantil que no son igualmente válidas y merecen respeto. Ahora el
siguiente paso: reconocer que las creencias religiosas incluyen afirmaciones
históricas
y éticas. Aquí no hay extremismo, solo sentido común: el mismo sentido común
que permite a las tradiciones religiosas corregir las posiciones erróneas sobre
la edad de la tierra, o si Dios quiere que los negros sean
sacerdotes.”
“Algunos pueden
temer que enfatizar la falibilidad de las creencias religiosas vaya en contra
de la posibilidad del diálogo interreligioso. De hecho, lo opuesto es verdad.
Las personas intelectualmente honestas, religiosas o no, se preocupan
profundamente por la verdad. Quieren asegurarse de que sus propias creencias
valgan la pena, y piensan que a otros les va mejor haciendo lo mismo.
El
diálogo interreligioso es una oportunidad no solo de conocer las creencias de
otras personas, sino también de cuestionar las bases de esas creencias y
permitir que otras personas desafíen las propias. De lo contrario, el diálogo
interreligioso se convierte en un espectáculo de arte de la escuela media,
donde la gente alaba
el
trabajo sin juzgar su calidad, para que no hieran los sentimientos de alguien.
Esta versión del diálogo degrada la religión al reducirla al gusto, e irrespeta
a los participantes al tratarlos como a niños.”
Creo
que esto ocurrió en los pasados debates televisivos, en donde la mayoría de los
candidatos evitó enfrentar a Fabricio, por
cálculo político. Es importante que los costarricenses que decidieron votar por
él conozcan realmente el movimiento religioso dentro del que
se encuentra Fabricio.
“Como cualquiera de ustedes puede comprobar, ese movimiento, llamado el NAR (Nueva Reforma Apostólica), cree que las estructuras civiles existentes se encuentran dominadas por una jerarquía de demonios, y están dedicados a la "guerra espiritual estratégica" para vencer esos demonios de manera que puedan "instaurar el reino de Dios en la tierra", o sea, literalmente una TEOCRACIA, en preparación para el "fin de los tiempos." Esta teocracia se consolida insertando a su gente en 7 áreas
“Como cualquiera de ustedes puede comprobar, ese movimiento, llamado el NAR (Nueva Reforma Apostólica), cree que las estructuras civiles existentes se encuentran dominadas por una jerarquía de demonios, y están dedicados a la "guerra espiritual estratégica" para vencer esos demonios de manera que puedan "instaurar el reino de Dios en la tierra", o sea, literalmente una TEOCRACIA, en preparación para el "fin de los tiempos." Esta teocracia se consolida insertando a su gente en 7 áreas
(lo que ellos llaman, Las 7 Montañas): las
artes, los negocios, la familia, el gobierno, los medios, la religión y la
educación. En otras palabras, no están preocupados por hacer respetar nuestra soberanía, nuestra estructuras
democráticas, y el derecho de cada quién a sus creencias, sino en ir ganando terreno para imponernos,
en todos los campos de la vida, su interpretación de la ley según el Antiguo Testamento. Hoy día,
alegan la democracia y la libertad de expresión y culto para poder hacer
política, pero según han reportado algunos medios como Aljazeera, en su propia
doctrina son extremistas y buscan restringir a los que consideran herejes".
Por
ejemplo, su "guerra espiritual", incluye destruir artefactos de otras
religiones (por ejemplo, de pueblos indígenas) para "vencer el poder de
esos demonios", o prácticas culturales como “Halloween” o “el día de los
muertos”.
“Lamentablemente,
son la vertiente cristiana de más rápido crecimiento en el mundo, y en América
Latina. Y sin embargo, parece que se nos han escabullido por debajo del radar, a
tal grado que hoy son vistos por mucha gente como defensores de los valores
cristianos.
Aunque
suavizan su discurso hacia el público en general, sus manifestaciones extremas
están disponibles en sus propias
publicaciones y dentro de sus prácticas”.
"Hay
grandes tensiones en este momento, entre las visiones progresista y
conservadora de lo que queremos como sociedad. Muchos vivimos en una burbuja
rodeados de personas que piensan cómo nosotros, y no
hemos hecho lo
suficiente para buscar dialogar con quienes difieren de nosotros, como nación
que somos".
"Pero
el auge de un grupo extremista no va a tender el puente ni estimular el diálogo
urgente; tampoco va a atender las necesidades de la mayoría en ninguno de estos
dos lados del debate. Solamente logaría concentrar poder en un grupoautoritario
que explota el miedo y la vulnerabilidad de la gente. “[2]
Levinovitz termina: “el derecho de
personas de cualquier creencia religiosa, a estar libres de intolerancia y
discriminación. Sin duda, la cuestión de cómo relacionarse con personas cuyas
creencias consideramos incorrectas es importante y complicada. La tolerancia
puede ayudar. Nos llama a escuchar generosamente y buscar, en el diálogo,
nuestros propios errores inevitables y puntos ciegos. Cuando las creencias que
no aceptamos son parte de la cosmovisión religiosa de alguien, la virtud de la
tolerancia nos dice que procedamos con precaución. Advierte en contra de hacer
juicios bruscos sobre la calidad de la persona que posee esas creencias, que es
la forma correcta de ser respetuoso.
Pero la tolerancia no nos dice que solo porque la
creencia es religiosa, no hay forma de pronunciarse sobre su verdad. No nos
prohíbe criticar falsedades si la religión se usa para justificar esas
falsedades. Y eso no significa que las personas que desafían las creencias
profundamente arraigadas representen una amenaza. Eso es complacencia,
no tolerancia, y es hora de comenzar a reconocer la diferencia.
Si se continúan confundiendo las críticas y la
intolerancia, seguramente surgirán problemas similares en el futuro. Hagamos
todo lo posible para asegurarnos de que no lo hagan.
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